Milagros en medio de la selva
El poder de la fe manifiesto en la desesperación
-
Mientras Betancourt daba gracias a la virgen de Fátima, su salvador no creía en la imagen
La gran mayoría de los que escucharon la noticia, sin verlo con sus propios ojos, no lo pudieron creer de primera entrada. Otros aún viendo las imágenes de la liberación no daban crédito a sus propios ojos. Después de tanta puja entre gobierno y guerrilla, la ex candidata presidencial, Ingrid Betancourt, estaba libre y Colombia de fiesta.
La más famosa retenida de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) ya no estaba más en sus garras. Ella junto a otros 14 rehenes fue rescatada de forma milagrosa por el ejército colombiano sin derramar una sola gota de sangre.
Betancourt había sido secuestrada desde hace seis años, y aseguró que el operativo de rescate desarrollado por el ejército de Colombia fue perfecto. Los carceleros de estas personas fueron engañados y llevados a entregar personalmente a quienes retenían de manera injusta, algunos desde hacía una década.
Una de las primeras acciones realizadas tanto por el presidente colombiano Álvaro Uribe como por Ingrid Betancourt, tras su liberación, fue dar gracias a Dios.
Entre los elementos más valiosos que sostuvo moral y espiritualmente a muchos de los secuestrados y que aún lo continúa haciendo es la Palabra de Dios.
La Biblia para Ingrid Betancourt fue el soporte que la ayudó a aguantar tantos años en cautiverio en condiciones infrahumanas, entre maltratos y hasta enfermedades.
Las oraciones y la Biblia, cuya lectura compartió con su gran amigo, el ex senador Luis Eladio Pérez, contribuyeron a que la ex candidata presidencial por el partido ecologista Oxígeno se acercara al Señor en esos tiempos difíciles, aunque confiesa ser una católica no practicante.
Pero no sólo Betancourt se ha agarrado a la fe entre los rehenes de las FARC. La lectura de la Biblia, las oraciones y las conversaciones religiosas han ocupado buena parte del tiempo de los ex rehenes durante los largos días de cautiverio en la selva del Guaviare.
Para el citado ex senador Pérez, liberado el pasado 27 de febrero pasado, el recurso a la religiosidad supuso un alivio de carácter espiritual durante sus seis años de cautiverio. El Nuevo Testamento y. muy en particular. el Sermón del Monte, se convirtieron en pieza clave y en un aliciente para el futuro.
Salvador cristiano
Mientras que Betancourt daba gracias a la virgen de Fátima por su liberación, su salvador no creía en esa imagen. El cabo primero del Ejército, William Pérez Medina, quien salvó las vidas de Ingrid Betancourt y de varios de sus compañeros organizó un grupo de oración y lectura de la Biblia en medio de la jungla.
Cucharadita a cucharadita, William inició el tratamiento que hace un año logró sacar del borde de la muerte a doña Ingrid. "Era como alimentar a una niña. Tocaba casi obligarla", dice Pérez.
La candidata presidencial renunció a vivir y estuvo más de dos semanas sin probar alimento, sumida en una profunda depresión. "En ocasiones sólo le daba un mordisco a una galleta, y el resto lo guardaba, pero no seguía comiendo. Es increíble, pero todo el mundo se escandalizó con la foto de ella, y ahí ya estaba mucho mejor. ¿Cómo hubiera sido si la hubieran visto antes?".
Ingrid reconoció los cuidados de William. "Estoy viva gracias a él", dijo en sus primeras intervenciones. Hoy, con 33 años, William cuenta que era enfermero en la Brigada Móvil No. 3 en El Billar, cuando su unidad fue atacada por la guerrilla el 3 de marzo de 1998.
Al momento del ataque al otro lado del país, su madre, Carmen, esperaba impaciente a su hijo en una finca en la que asistía a un retiro espiritual. Al regresar a Riohacha, un hermano suyo le dio la noticia y, entonces, comenzó su dura experiencia. Tuvo que entregar muestras para que se hicieran pruebas de ADN, pues no se sabía si su hijo estaba entre los cuerpos encontrados luego del ataque guerrillero. Varias semanas después, se confirmó que había sido secuestrado.
La vida de William Pérez ha estado marcada por su entrega por los demás. Sus consejos y las enseñanzas recibidas en la Iglesia Cristiana Pentecostal Unida inspiraron la vocación de servicio que lo caracteriza.
En la selva organizó, en medio de los prisioneros de las FARC, un grupo de oración y lectura de la Biblia. Entre oraciones y medicamentos, el cabo Pérez se sobrepuso de forma admirable a la tragedia, incluso sin perder el humor. Hizo decenas de poemas y dibujos que enviaba a sus seis hermanos y a sus 11 medio hermanos. Incluso, en sus cartas pidió que destinaran parte de su sueldo a la educación de los menores.
Pocas veces se le vio quebrantado, salvo a finales del año pasado, cuando dejó de recibir mensajes de su familia por la radio. Sus conocimientos fueron decisivos en la selva. Cuando la guerrilla le negaba la medicina a alguno de sus compañeros, porque les caía mal, se las ingeniaba para dársela. Pedía medicamentos para uno que estaba sano, para podérsela administrar al enfermo. Dice con firmeza que no va a descansar hasta que estén libres todos los secuestrados.