Durante la década de los 90 el Señor dio una encomienda contundente al apóstol Rony Chaves de viajar a Colombia en respuesta a una oración que él mismo realizó de “querer ir donde otros no quieran llegar”. En aquel tiempo Colombia estaba sumida en una cruenta guerra entre el gobierno colombiano, los capos del narcotráfico, los grupos guerrilleros y paramilitares.
Precisamente su primera visita fue a raíz de una invitación que le realizaron por la cancelación de otros ministros a un evento cristiano. Aquellos predicadores decidieron no asistir al congreso debido a que en esos días había explotado un carro bomba en la capital.
Durante ese primer viaje a Colombia el apóstol Chaves pudo sentir la voz audible del Espíritu en una de las caminatas que realizó por Bogotá. Al sorprenderse del ambiente tranquilo de la ciudad, el Señor le contestó: “es porque yo tengo otra Colombia que estoy edificando, la del Espíritu Santo”.
De ahí en adelante pasaron 5 años de mucho trabajo en esa nación. Visitó prácticamente todas las capitales de Departamento y predicó en los lugares más renombrados como gimnasios, estadios e iglesias muy numerosas. Su ministerio organizó cuatro Conferencias Internacionales de la Palabra lo que le permitió ministrar directamente a miles a colombianos y al mismo tiempo levantar una gran cantidad de hijos ministeriales. En esos años llegó a viajar cerca de 40 veces a Colombia.
Luego de haber llevado a cabo todo ese trabajo en unos de sus tantos viajes se cuestionó si era oportuno seguir visitando tanto a la nación cafetera o si era el momento de enfocarse en otro lugar. Al estar subido en el avión de regreso a Costa Rica, su país natal, sintió la voz del audible del Padre celestial nuevamente que le dijo: “Si cambia Colombia, cambia el mundo”, frase que le fue repetida 3 veces.
Posteriormente recibió en su espíritu la dirección del Señor de tomar su próximo verano, en el año de 1996, para sacar a la gente de aquel país a orar por las ciudades y a cada uno ungirlos en sus cabezas con su mano derecha para impartirles una unción de batalla espiritual para defender su territorio. Según estimaciones se visitaron más de 40 ciudades importantes y se calculó que oró por más de 60 mil colombianos.
Durante ese tiempo se escribió el libro: “La Otra Colombia, la del Espíritu Santo”, donde se redactó una gran cantidad de profecías, que anunciaban una serie de cambios impensables de cumplirse por aquellos días. Muchos en su momento duraron de aquellas palabras, que hoy cuando se ha reditado el libro queda claro cómo el Señor respaldó la palabra profética que se declaró.
Mientras todo eso sucedía Pablo Chaves, hijo mayor del apóstol Rony, era tan solo un niño. En ese tiempo Pablo tenía muy poca noción de lo que su padre hacía e ignoraba la gran relevancia de las palabras desatadas sobre Colombia.
Con el pasar del tiempo el joven Pablo creció como ministro hasta posicionarse como un profeta emergente en su país y para el 2009 viajó a Colombia por primera vez a un evento en Bogotá. De ahí en adelante las puertas se le abrieron de par en par en ese país para visitarlo en pocos años unas 20 veces en diversas ciudades. Esa respuesta abrumadora que le recibió en Colombia le hizo preguntarse la razón por la que estaba visitando tanto esa nación. El Espíritu Santo le hizo entender que su obligación era recodarle a la tierra las profecías que habían sido desatadas, ya que su cumplimiento se vislumbraba, pero debía crecer en una mayor dimensión.
El profeta Pablo Chaves pudo entender que una primera generación, la de su padre, había activado proféticamente a la generación anterior, sin embargo, ahora él debía tomar la estafeta para hacer memoria de las palabras desatadas por Dios para Colombia y que la nueva generación recordara de igual forma lo que se había dicho sobre ella.
Mientras el apóstol Rony había traído una impartición específica sobre decenas de personas en todo el territorio colombiano, ahora su hijo está avocado en formar y consolidar ese gran ejército que el Señor ha levantado más de 15 años después. El profeta Pablo siente la urgencia de parte del Espíritu de trabajar para que se establezcan compañías proféticas en cada ciudad de Colombia para que la profecía que ha sido desatada no se olvide, sino que sea recordada permanentemente por cada nueva generación.
De igual manera como este trabajo se ha llevado acabo en Colombia, muchas otras ciudades de América Latina y el mundo se están abriendo al mover de reforma hacia el ministerio profético. Es por ello que se ha establecido la Escuela Profética como una herramienta que permita identificar, agrupar y preparar a los nuevos profetas que la tierra está viendo nacer.