¿Juventud en crisis?
Datos deberían despertar la conciencia dormida de los padres
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Adolescentes malgastan la mejor época de su vida en pandillas, robos, violencia, sexo y banalidades
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A pesar de representar un tercio de la población, el sector de los niños y los jóvenes es uno de los que recibe menor inversión e interés por parte de las autoridades
En Costa Rica, desde hace más de una década, se viene presentando un fenómeno distinto al de otros países latinoamericanos: la tasa de natalidad disminuye año con año, lo cual significa que nuestra población en vez de acrecentarse va mermando, esto en gran medida debido a la planificación familiar por la que han optado los hogares costarricenses.
A pesar de esta situación, en nuestro país el sector de niñez y adolescencia (menores de 18 años) continúa siendo un tercio de la población total que, a su vez, es uno de los que recibe menor inversión e interés de parte de las autoridades nacionales.
Esto se ve reflejado en la educación (que viene a ser uno de los rubros más importantes que incide en la vida de niños, jóvenes y adolescentes). Promesas como la de acrecentar el presupuesto de educación a un 8% del producto interno bruto (PIB) se han quedado en el olvido a razón de “falta de recursos”.
La nación goza de un formidable cobertura a nivel primario y preescolar, sin embargo, cuando se habla del nivel secundario, quedan más dudas que respuestas convincentes.
Datos escandalizadores para padres, profesores, políticos y autoridades relacionadas con este sector son las publicadas en el VI Estado de los Derechos de la Niñez y la Adolescencia en Costa Rica, que fue elaborado en conjunto por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia y la Niñez (Unicef) y la Universidad de Costa Rica (UCR). Este documento demostró que, al menos uno de cada tres muchachos, entre el 2006 y el 2007, con edades de 16 y 17, no concluyó el curso lectivo.
Esto, sin duda, pone al país frente a un realidad pasmosa: de mantenerse esas cifras tan graves en Costa Rica, nuestra nación tendrá cada vez menos profesionales que puedan cumplir las expectativas de la inversiones nacionales y extranjeras que se esperan atraer para los próximos años con los distintos tratados comerciales, que se han venido realizando.
Para el 2006, estas dos organizaciones (UCR y Unicef) publicaron que el 43% de los muchachos entre esas edades estaba ausente de las aulas y, para el 2007, se cifró el dato en un 41% ausente.
Como se explicó anteriormente, nuestro país tiene una increíble cobertura en educación primaria, donde se habla de “100% a nivel nacional en cobertura educativa”, sin embargo, “se contrapone con una abrupta caída en la cobertura de población con edades para la educación secundaria que muestran las brechas en el paso de primaria a secundaria”, indicó el informe.
Esto se suma a que, según el mismo documento, un 83% de los todos los jóvenes entre 13 y 15 años fue el que se hizo presente a las lecciones durante el 2007.
Cifra registradas por estas mismas organizaciones en el 2005 indican que tan solo el 33,1% de los jóvenes que ingresan en el colegio logran salir graduados del sistema de educación secundaria y tan solo un 20% lo consiguen sin repetir el año.
Por otra parte, el dato más impactante de todos no radica en la ausencia de los muchachos, sino en las razones. Cuando muchos imaginarían o supondrían que el motivo principal que lleva a los muchachos a dejar el colegio es la pobreza, dicha causa aparece en segundo lugar y, por encima de esta situación, está el desinterés de los jóvenes en el sistema educativo, situación que debería encender las luces de emergencia de nuestras autoridades en todos los ámbitos.
Una de las características de los adolescentes que dejan de estudiar es la falta de ayuda en sus prácticas de estudio por parte de sus padres.
“En sus hogares, enfrentan problemas como: la desintegración familiar, drogadicción y embarazos tempranos no deseados”, agregó el estudio.
Para hablar de cifras globales, 81.600 niños o adolescentes no asistieron a lecciones durante el 2007, a pesar de tener la edad para estar en un aula.
Sexo + no preparación + no protección = bomba
El pasado 2006, 17 mil menores de edad dieron a luz, lo cual repercutió directamente sobre su educación, ya que se calcula que el 90% abandonó sus estudios.
En promedio, se calcula que anualmente un 15 mil adolescentes dejan los pupitres para dedicarse a la maternidad, la cual también involucra las labores de manutención de la nueva criatura.
Actualmente, el Ministerio de Educación Pública (MEP) ha lanzado una campaña nacional para que las familias de las muchachas, que resultan embarazadas, les ayuden a mantenerse en las aulas. A pesar de todos los intentos, la tarea evidentemente no será fácil, ya que las presiones económicas en la mayoría de estos hogares son apremiantes.
Adicciones prematuras
Como pocos tal vez se lo imaginarán, los colegios están plagados de muchachos adictos tanto a las drogas como al alcohol. Para el 2006, en los colegios públicos, se detectaron alrededor de 8.400 casos de estudiantes con síntomas de haberse drogado o alcoholizado recientemente. A nivel de escuela, para ese mismo año, se encontraron 131 casos.
A estos muchachos los delataron sus ojos rojos, el permanente cansancio, su actitud violenta y hasta sus propias calificaciones, que son evidencia de sus malas decisiones.
Si bien la cifra representa el 3% de los 280 mil estudiantes matriculados en las secundarias estatales durante el 2006, el MEP comprende que el conflicto se extiende a una esfera mucho mayor, donde intervienen las familias de los jóvenes y hasta los entornos donde éstos se desenvuelven.
Uno de los problemas que ha encontrado el MEP, y que agrava la situación de los muchachos, es que los padres no ayudan. “En vez de colaborar con la recuperación de sus hijos, muchos padre tienen a enojarse con los educadores y obviar el problema”, han manifestado autoridades de la institución estatal.
Violencia desenfrenada
Durante la revisión de bultos, instaurada años atrás por el Ministerio de Educación Pública, se han encontrado cientos de armas de todo tipo en posesión de los jóvenes. Para el 2006 se encontraron a 57 estudiantes con pistolas y 263 con armas blancas.
Tal cantidad de armas en los centros educativos es el excelente caldo de cultivo que promueve la delincuencia tanto dentro de estos lugares como fuera de ellos, situación que, con el pasar de los años, se ha ido acrecentando con la creación de grupos informales dedicados a la delincuencia conocidos como pandillas.
Las autoridades están claras que a estas cantidades de armas incautadas habría que sumarles todas aquellas que no son halladas por múltiples factores. Juntamente con este fenómeno, también se ha visto un crecimiento en los actos vandálicos que comenten tanto estudiantes colegiales como universitarios (verbi gracia, hace pocos días atrás, una turba de muchachos atacó a los recintos cercanos a la Universidad Latina en San Pedro de Montes de Oca).
Ese mismo año, el Ministerio de Educación recibió 5.576 denuncias por agresiones que iban desde físicas, verbales y hasta escritas. Según las autoridades de la institución, algunos alumnos recibieron tales palizas, por parte de sus compañeros, que fue necesario que se les llevara al hospital.
Buscar horizontes
Los factores que actualmente están incidiendo sobre la juventud son tan variados y tan vastos que, con un simple estudio, sería imposible analizarlos o tan siquiera enumerarlos. De ahí que las inquietudes estén puestas sobre las mesas de los hogares que hoy conviven con niños o adolescentes, a fin de que examinen cuáles de estas situaciones se pueden estar presentando debajo de sus propios techos.
Las cifras son para escandalizarse, ponerse fríos y hasta para caerse de espaldas; sin embargo, con ninguna de esas reacciones, nuestra juventud va a poder salir de la crisis. Toca a las autoridades en todos los campos (espiritual, educativo, económico y político) generar reformas suficientes para enmendar el rumbo que llevan los muchachos y muchachas de Costa Rica, que por cifras no se ve nada halagüeño.
Es preciso un golpe de timón, porque la juventud nacional está creciendo con enormes vacíos que ninguna institución ha sabido llenar a cabalidad.
¡Despertemos ya del coma, pues, mientras el tiempo pasa, muchos jóvenes perecen!