El Muro de Berlín cayó por la oración

Todo inicio en la iglesia de Nikolaikirche

  • 70 mil personas marcharon en busca de la libertad por las calles de Leipzig
  • La historia ha juzgado el evento como parte de “la Revolución Pacífica”

Quizá muchos de los que caminaron por las calles de Leipzig el 9 de octubre de 1989 (un mes antes de la caída oficial del Muro de Berlín) sabían que estaban allí para exigir un régimen de gobierno democrático, sin embargo, la mayoría desconocía cómo tanta gente se había logrado congregar en aquel movimiento de manera pacífica, sin que existieran represalias del gobierno soviético.

La historia señala el 9 de noviembre como la fecha histórica en la que las murallas berlinesas dejaron de existir, pero esa no es la versión de los alemanes.

"El Muro de Berlín se abrió desde aquí, desde Leipzig, sin tanques, sólo con oraciones", rememora el pastor Christian Führer, de la iglesia protestante de Nikolaikirche. Una versión que pocos le dan la importancia que se merece. Según estudiosos de la Guerra Fría fue en esa congregación, donde se empezó a socavar los cimientos del “Muro de Protección Antifascista”, denominación que utilizaba el régimen totalitario, que aplastó durante 40 años la libertad de los “ossies” (antiguos alemanes del Este).

El mismo Führer explica "abríamos el templo para que la gente pudiera opinar sobre muchos temas que eran tabú". Este hombre de pelo canoso y mirada vivaz, quien lideró las "oraciones por la paz" estuvo al frente de la iglesia desde 1980.

Desde 1982, el pastor Führer acogía en su congregación una serie de oraciones por la paz, todos los lunes. Al principio, eran 10 o 12 personas las que participaban.

Esas plegarias tuvieron su momento cúspide el 4 de septiembre de 1989, cuando Nikolaikirche reunió dos mil gentes para clamar y pedir al cielo por sus libertades ante un gobierno sumamente represivo. Aquel día las televisoras de la Alemania occidental grabaron por primera con permiso de la RDA (República Democrática Alemana). El evento fue clave, porque durante algunos segundos pudieron enseñarle al mundo un cartel que decía: "por un país abierto de gente libre". Como era tradición en la estructura comunista la policía inmediatamente dispersó la manifestación y realizó detenciones masivas, pero el primer daño al muro estaba hecho.

Después de las "oraciones por la paz" el 9 de octubre del mismo año 70 mil personas marcharon por Leipzig pacíficamente para exigir sus libertades, manifestación que para ese momento se convirtió en la de mayor convocatoria durante la vida del régimen comunista. Caminaron bajo el lema: “Wir sind das Volk” (“Nosotros somos el pueblo”).

"Por primera vez, la gente marchó ante los policías como si no los viera", comentó María Hainer, quien estuvo en la manifestación. "Había un ambiente increíble. Llevábamos velas para demostrar que huíamos de la violencia. Las velas son símbolo de paz porque para mantenerlas encendidas, tienes que sujetarlas con ambas manos y no puedes pegarle a nadie".

El gobierno comunista esperaba para ese día cuando mucho a 25 mil personas, por lo que la represión se esperaba fuera tremendamente agresiva, pero al ver la multitud quedaron impresionados.

Los rumores aseguraban que se habían habilitado pabellones deportivos como hospitales de emergencia y las clínicas habían aumentado las reservas de sangre, además de contratar más personal.

Cerca de 8.000 policías antimotines sólo esperaban una orden para desatar un baño de sangre, los almacenes habían cerrado temprano y se recomendaba a las familias no descuidar a los niños.

"Estábamos preparados para todo, menos para oraciones y velas", relató luego un líder de la RDA, cuyas palabras pasaron a la inmortalidad. Por tal razón, sobrepasados por lo acontecido, la orden de disparar nunca llegó desde Berlín.

Terminado aquel glorioso 9 de octubre, los habitantes de la Alemania Oriental sabían que la situación nunca más sería la misma. Días después renunciaría a su cargo el jefe de Estado, Erich Honecker, lo que desató la manifestación de medio millón de germanos en la emblemática plaza Alexanderplatz, en el corazón de Berlín Este.

“Sin Leipzig, nunca habría caído el Muro", es la frase que usan muchos en lo que fue la antigua Alemania comunista. Al final del camino a todos estos eventos se les han reconocido como la “Revolución Pacífica”.

Hoy cuando se ha perdido la fe en el clamor a Dios, vale la pena recordar que tal como lo dice la Palabra: la oración mueve montañas y en este caso también los muros.

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