Casa: el mejor lugar para estar
Dentro de la cultura evangélica actual existe una creencia popular ampliamente divulgada por varios años ya, referente a los hogares pastorales. Tanto miembros, como líderes cristianos y aún personas externas se han acostumbrado a jugar con la famosa frase: “hijo de pastor lo peor”. Casi de manera jocosa se emplea este comentario para señalar a una generación de hijos de ministros, que a causa de las enseñanzas del hogar y el mismo testimonio de sus padres se han alejado de casa (con esta palabra no solo me referiré al lugar donde se mora, sino también a la iglesia o congregación a la que se pertenece).
Sin darse cuenta las congregaciones cristianas de América Latina han estado atando por décadas a miles de jóvenes, que podrían convertirse en algunos de los mejores propulsores del movimiento cristiano a nivel continental, si se les guiará de la manera adecuada.
Lo anterior también se ha confabulado con las teologías de algunos ministros, que viviendo bajo la ley o la letra, no se han dado cuenta del tremendo daño que le han causado a sus predecesores. Muchachos y muchachas que no comprenden porqué todo es malo, que han visto a sus papás sufrir penurias por causa del evangelio o que observan en sus progenitores un pésimo testimonio de vida, intentan huir a toda costa de un llamado, que no desean que sea suyo.
Hasta este punto lo único que se había estado cumpliendo era la primera parte de la historia del hijo pródigo, donde desbandadas de muchachos salían de sus casas con rumbo desconocido. Es más, todavía existen muchos jóvenes y jovencitas que no han regresado. Ellos, en su gran mayoría, viven hoy sin su herencia ministerial muy lejos de casa, experimentando por dentro un infierno, sintiéndose fracasados y fuera del lugar. Algunos saben bien que no pertenecen al sitio donde se encuentran, sin embargo, por sus propios errores o la misma actitud de sus padres no se atreven a regresar al hogar.
Contra todo esto, aparece el Espíritu Santo y su maravillosa reforma. En su inmensa sabiduría y misericordia ha empezado a gestar un nuevo mover dentro de las congregaciones de todo el continente bajo la misma palabra decretada hace miles de años atrás por el profeta Malaquías en su libro. "He aquí yo envío al profeta Elías antes de que venga el día de Jehovah, grande y temible. El hará volver el corazón de los padres a los hijos, y el corazón de los hijos a los padres; no sea que venga yo y golpee la tierra con destrucción”. Malaquías 4:5-6.
Dios está gestando un cambio de mentalidad dentro de nuestras congregaciones para hacerle comprender a los hogares ministeriales el tremendo potencial que habita dentro de ellos como familia y el enorme legado que el Señor determinó para quienes están dispuestos a tomar su herencia, que por derecho les corresponde.
Igual como la obediencia de David sirvió para que sus generaciones fueran benditas y de ellas fuera dado a luz el Mesías, así mismo, Dios entrega a cada casa ministerial una heredad, que conforme avanzan las épocas no debería dividirse ni mermar, sino por el contrario, multiplicarse.
El Padre está enseñando a su Iglesia su verdadero plan, que no radica en la salvación de un hombre o una mujer únicamente, sino en la de generaciones, pueblos y naciones. El Señor no visita el corazón del humano para que este acapare la bendición, Su plan es traspasar la herencia a sus hijos y ellos a los nietos.
Salmos 45: 16-17 “En lugar de tus padres serán tus hijos, a quienes harás príncipes en toda la tierra. Haré perpetua la memoria de tu nombre en todas las generaciones, por lo cual te alabarán los pueblos eternamente y para siempre”.
En muchas casas pastorales esto se ha comprendido, votaron esos prejuicios cultural-evangélicos para entender que el plan perfecto del Señor no es que existan hijos pródigos, sino familias unidas, restauradas y de testimonio al mundo del maravilloso poder que entrega Dios a quienes le sirven y vuelven su corazón a Él.
Los beneficios de habitar en casa son innumerables y más si se contraponen con los perjuicios que se experimentan fuera de ella.
Beneficio |
Perjuicio |
Disfrute pleno de la herencia |
Pérdida y malgasto de la heredad |
Alegría por una familia unida |
Dolor por la pérdida de un miembro |
Honra a los padres |
Deshonra para los progenitores |
Gozo, felicidad, plenitud familiar |
Contiendas, divisiones, quejas entre los miembros de casa |
Trasmisión del legado espiritual y visión sacerdotal |
Incumplimiento del propósito divino |
Sobreabundancia, multiplicación |
Pobreza, escases |
Cobertura espiritual sobre los hijos |
Desprotección para los predecesores |
Ayuda en momentos críticos |
Desamparo en las circunstancias difíciles |
Refugio |
Soledad |
Sabios consejos y las mejores intenciones con los mismos |
Malas y peligrosas compañías de las cuales no se sabe qué esperar |
“Y cuando tus días sean cumplidos para irte con tus padres, levantaré descendencia después de ti, a uno de entre tus hijos, y afirmaré su reino. El me edificará casa, y yo confirmaré su trono eternamente. Yo le seré por padre, y él me será por hijo; y no quitaré de él mi misericordia, como la quité de aquel que fue antes de ti; sino que lo confirmaré en mi casa y en mi reino eternamente, y su trono será firme para siempre”. I Crónicas 17:11-14