Camino a la dictadura democrática
América Latina tiene un par de décadas sumida en un viejo fenómeno político, que parece estar cundiendo con mucha fuerza cada vez más. Una mezcla entre el populismo y el afán por el poder están en su etapa “semi-madura” en algunas regiones y en otras partes a penas quiere comenzar.
Entre los más avanzados en reinsertar esta idea se puede encontrar a Ecuador, Bolivia, Argentina, Venezuela y Nicaragua quienes ya poseen un proyecto “revolucionario” andando a toda máquina. Entre los países que quieren dar inicio están Panamá, Guatemala y Costa Rica por no contar a Colombia y Perú todavía.
Esta particular situación de Latinoamérica no tiene nada que ver con el pensamiento económico (izquierda, centro, derecha), sin embargo, sí está íntimamente relacionado con el afán histórico de nuestros líderes políticos por perpetuarse a toda costa en el poder.
A diferencia de los países europeos o de Estados Unidos, las constituciones del sur del continente americano en su mayoría tienen o han tenido en su momento restricciones muy duras en contra de las reelecciones presidenciales. Casi sin excepción las Cartas Magnas de América Latina alguna vez en su historia han prohibido a sus presidentes la reelección consecutiva y más aún la indefinida.
Como una plaga continental han surgido de la penumbra cada vez más gobernantes que desean traerse abajo esta restricción, que por alguna razón nuestros antepasados pusieron en las legislaciones constitucionales.
Hay quienes señalan que este virus nació del vientre seudo-socialista de personajes como Hugo Chávez, Evo Morales, Rafael Correa o Daniel Ortega, sin embargo, con los últimos acontecimientos (y los no tan nuevos también) sucedidos en el continente queda claro que el asunto no tiene que ver con el color de la camisa, sino con la mente retorcida de quienes se creen indispensables y se aferran al poder.
Sendos personajes del capitalismo y la derecha como Ricardo Martinelli y Álvaro Uribe ya han anunciado su lucha por volver a una contienda electoral presidencial. Otros como el señor Rodrigo Arias (hermano del ex presidente Oscar Arias), quien ya anunció su deseo por ir como candidato a las próximas elecciones presidenciales en Costa Rica, dejan claro esa idea no solo están en la mente de ciertos personajes, sino también dentro de sus propias familias. Entre esos mismos casos está Keiko Fujimori, hija del ex presidente peruano encarcelando, Alberto Fujimori, quien para el cierre de la edición se encontraba en la segunda vuelta electoral por la presidencia de su país.
Sea en su propia persona o usando a algún allegado, como lo han hecho los Kirshner y los Colom en Argentina y Guatemala respectivamente, parece que hoy lo que realmente desvela a los mandatorios no es la pobreza ni la inseguridad ciudadana, sino la perpetuidad de su dinastía en la silla presidencial de su nación.
Lastimosamente el caudillismo tan común por estos lares no ha encontrado resistencia dentro de la ciudadanía latinoamericana, que vez tras vez vota por ellos o ellas creyendo en su promesas e ideales sin darse cuenta que detrás no hay más que un plan maquiavélico por retener la centro.
Ilusamente muchos siguen creyendo en las palabras dulces y otras altisonantes de quienes aparentan amar la nación o a su pueblo cuando sus actos solo reflejan que su fidelidad es hacia sí mismos únicamente, sin importar si la moral o la ética son atropelladas en el camino de sus metas.
Pareciera que en el subcontinente donde la fantasía y lo paradójico se convierten en realidad un nuevo e impensable concepto ha nacido: las dictaduras democráticas.