Si vamos a ver al Rey vistámonos como Él se lo merece

La iglesia protestante con el pasar de los años ha ido sufriendo toda clase de transformaciones diversas, algunas para bien y otras no han sido quizá las mejores.  Entre esos cambios evidentes está la multiplicación de denominaciones cristianas, las cuales van surgiendo y variando con forme las revelaciones que reciben. Por ejemplo, hay quienes creen que las expresiones de alabanza como la danza y los aplausos son inaceptables, por lo tanto, sus reuniones tienen una predominancia de actos litúrgicos bien establecidos, que no dan lugar a la espontaneidad de sus miembros.

En otros casos las variantes tienen que ver con su doctrina, por ejemplo, hay quienes enseñan acerca de milagros de sanidad y otros que no consideran eso posible. Lo mismo sucede en el caso de las lenguas angélicas, la liberación de espíritus demoniacos, la imposición de manos, el ungimiento de enfermos, la oración o la profecía. Cada denominación tiene un lineamiento establecido, donde algunos han optado por los cambios hacia lo restrictivo y otros, por el contrario, han dado paso a mayores libertades.

Un tema que siempre queda en el centro de la polémica es la vestimenta, tanto de damas como de caballeros. Son tradicionales en la iglesia evangélica las discusiones al respecto. Por momentos pareciera imposible que todas las posturas lograrán algún día entrar en acuerdo, sin embargo, es valioso sensibilizar a la Iglesia al respecto, ya que la radicalización de un tema así genera graves perjuicios para todos.

A pesar de que la manera de vestirse es algo personal, ya que ese rubro sin duda pertenece al libre albedrío es de señalar que esto siempre dependerá de dos factores básicos: ocasión y propósito, los cuales evidentemente no siempre son tomados en cuenta para cuando se decide ir a la iglesia.

Hoy las congregaciones tienen una infinidad de reuniones para las cuales sus miembros deben prepararse adecuadamente para vestirse. No es lo mismo la reunión dominical, que el culto de jóvenes por ejemplo. De igual forma la responsabilidad que se ostenta en el ministerio debe marcar una pauta. No es lo mismo ir como un feligrés más a ser el líder de alabanza o el pastor de la iglesia. Es por ello fundamental siempre tener presente las dos variables antes citadas.

En un tema tan cotidiano no es bueno mantener los radicalismos. Las restricciones ahogantes pueden llegar a causar aburrimiento o rebeliones innecesarias por parte de los creyentes, quienes vean en las limitaciones excesivas un falso cristianismo. Pedirle a un miembro que se vista en su cotidianidad como cuando va a la iglesia no tiene sentido. Ver personas que no pueden sacarse su traje para participar de un paseo, divertirse en un rio o jugar al fútbol carece de lógica.

De igual forma el otro extremo es igualmente peligroso. Permitir cualquier atuendo llega al punto de quitarle reverencia al templo o dar la sensación de que se ha convertido en un antro. Damas que parecieran más interesadas en ser el centro de atención, que centrar su atención en el Señor no son buenos testimonios. Así como esos caballeros que visten tan casuales que pareciera se anticiparon a una excursión o se acaban de levantar tampoco dan una impresión correcta del lugar al que han llegado. Cuando una persona tiene clara la ocasión a la que va a presentarse sabrá vestirse correctamente sin importar si es una fiesta, un velorio, una boda o un paseo.

Por otra parte, si se va a la reunión dominical o a ministrar a una iglesia que invita hay que marcar una diferencia, mostrando reverencia hacia el Señor y al mismo tiempo un respeto para los demás hermanos. Es ahí donde no solo es importante la ocasión, sino el propósito para el cual se está vistiendo. De alguna forma con la manera de vestir en ocasiones importante, también se refleja la clase de ministerio que se ostenta.

Independientemente de cuál de los factores anteriores predomine lo más importante es no olvidar  que al asistir a la Iglesia es lo mismo que presentarse delante de un Gran Rey, como lo es Jehová. Esa conciencia le permitirá siempre al creyente vestirse adecuadamente cuando va a una reunión de índole espiritual. Antes de salir de la casa hay que verse al espejo y hacerse una pregunta conscientemente: ¿Será esto adecuado para una reunión con el Máximo Rey del universo? Y esa respuesta permitirá dar por sí misma evitar desatinos.

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